21/02/2020 4

ES SU CUARTO LIBRO DE POEMAS «El Ahí de la Noche» libro de poesía de Pablo Motto

«El Ahí de la Noche» es el cuarto libro de poesía (esta vez en forma virtual) de Pablo Motto. Leer…

Por Monica Braile

«El Ahí de la Noche» es el cuarto libro de poesía (esta vez en forma virtual) de Pablo Motto.
Leer la obra de Pablo, o escuchar su sabiduría, hace recordar y aumentar ese anhelo que todos llevamos dentro y que tan olvidado o tapado tenemos con las preocupaciones mundanas y los deseos que nunca pueden terminar de satisfacerse («el deseo sólo es un desacielarse» dice Pablo). Se trata del anhelo de reunión, el recuerdo de las preguntas esenciales, de la certeza -que se logra en algunos destellos- de que la vida tiene que ser algo más que esto que estamos viviendo.
Leyendo estos poemas no podemos menos que preguntarnos: ¿Qué me estoy perdiendo? ¿Cómo sería mi vida si no la gastara en «distracciones», si mi cabeza no estuviera llena de palabras que han perdido su esencia? ¿A que misterios accedería? Pablo promete que «algo arrobante y extático se libera» cuando damos «El paso».

(…)» algo siempre sobra
en la abundancia de un caber,
y es aquél desiderium del hombre, su deseo,
que inclinando su voluntad
a la posesión de las cosas,
se exilia de la pertenencia a las estrellas
y se afuera de lo sideral,
expropiado así de la armonía, el ritmo y el número.
el deseo sólo es un desacielarse,
el encogimiento del sujeto en torno a un carecer
que buscando posesión y no indigencia,
se cierra al caber de una esencia,
la cual, se retira como noche a su misterio o,
al susurro lejano de ocultas palabras».

Pablo Motto nació en Argentina en 1958. Estudió Botánica y Filosofía antigua y medieval. Mostró marcada predilección por los místicos apofáticos, en especial por las obras de Jan de Ruysbroeck y Juan de la Cruz.
Fue iniciado a la vida contemplativa y cenobítica en la Abadía trapense de Azul con los maestros Bernardo de Olivera y Agustín Roberts.
Luego de cinco años de trabajo manual y meditación, dedicó su vida a la cría de polinizadores y, posteriormente, como criador de árboles, plantando miles de ejemplares nativos en el sur de la provincia de Córdoba y San Luis.
“El ahí de la noche” es su cuarto libro de poesías. Este texto explora los puntos axiales sobre la conclusión del Camino y para ello, trabaja con los escritos tardíos de Heidegger juntamente con la enigmática obra de Juan de la Cruz “Noche Oscura”.

TEXTO COMPLETO:
EL
AHÍ
DE LA
NOCHE
La inauguración de la indigencia

Lo que como claro del ser
irrumpe y es obsequio
es un saber lo extraño
que se eleva a la indigencia
en la inapariencia de un yo.

La inagotabilidad de lo simple

en lo pronunciado
de un silencio
lo anonadante
es la apertura
que desgarra la red
en la que pende
lo último de una representación mensurable
como objeto.

al otro lado de la cuadrícula:
lonoedor de una esfera
y el arrobo encantado
de la verdad.

Lo abismante y el otro comienzo

sentado en el desierto
de mis rodillas
cruzo la noche
a la escucha
de lo que en silencio abisma,
llama de fuego
que en su sereno iluminar
atraviesa todo
poder e inesencia.

desasido así y en olvido,
las manos se descubren llenas
y, aunque quietas,
sumergidas en lo apacible
son inicialmente otras…
las del abrazo nuevo,
la semilla
y el milagro.

El vislumbre

el interrogante
sostiene lo abierto de un ahí
como aproximación a una serenidad,
umbral que evoca
lo no representable
oculto y claro en su evenir.

y en tanto
prolonga su salto
invoca al ahí como vislumbre.

el encanto se funde al interrogante
como epifanía
y así, búsqueda y amparo, sólo
en las antípodas del poder,
de lo maquinante y vano del sujeto.

Poetizan-do

el decir
es un hablar en lo acotado
de un yo que piensa,
y cuando sucede de esa manera
lo hace desde
la obsesiva corrupción de representar
cuandonomina y dice.
urgeasí otra poesía
la que no se escucha con un ego a cuestas,
sino a orillas de las escarpadas brisas…
donde lo sereno acontece
en el obrar de una lejanía,
y en su saber anida
todo ascético vacío de pronunciamiento éntico

El temor a la gran pregunta

todo lo humano
es de camino al sujeto
un desandar hacia atrás
el salto a lo inicial,
una apariencia de razón
que acomoda todo impulso a un cálculo
y, así ensombrece lo más cuestionable :
el claro de la esencia
como oscuro beso…
arrebatador y desnudo.

Ese instante
A mi madre

azul fue su modo de nombrar
la hora de la despedida
como un decir en lapislázuli marino
el aura de unas islas lejanas.

toda su figura se elevó de pronto
a una sola mirada en ése instante,
y completó así la obra de la luz
en la gloria obsequiada.

mas, nadie muere sino como se halla arrojado
para soportar ese preciso instante arrebatador y azul
que siempre le ha buscado interrogante.

desde aquellas tardes en el jardín
cuando trepaba el árbol genealógico de su abrigo,
hasta perder finalmente sus pasos
en las raíces de la intemperie,
el refucilo y el agua.

oh, ese mismo y sin embargo, siempre otro árbol…
cuya estrella apical
la desvelaba en sueños
descubriéndose
y descubriéndola
como una mujer en la nieve:
guardiana de sus generaciones.

El calendario inasible

una llama ha llegado hasta mi mesa
y de pronto se posó
como una ráfaga de flama
blanca, roja y azul.

la esperaba, es verdad, desde hacía tiempo
pues, con cada equinoccio, ella vaga por el espacio
hasta este peregrino punto:
desde el cero del ecuador celeste de la bóveda
hasta esta antigua tabla de espinillo maduro.

ella entonces, ilumina de pronto lo simple
concediéndole serenidad a lo menos,
y recoge en su oculto ceder
aquello que nunca será público.

inasible pertenece este instante
de fuego
a todo hombre que no ha muerto todavía
y es sujeto,
o duerme, junto al altar de los inciensos
el antiguo oráculo de los olvidos.

El modo de caminar

los pasos que rubrican a un porqué
siempre distancian
lejanos
a un qué
que se busca interrogante.

ese qué que se ahonda en la quietud,
oculto al nombramiento de un asir
y allí, en lo desasido
de su ocultamiento,
se esencia lo claro
de un salto,
que deja tras de sí
todo adiestramiento depredante.

El álgebra de las estrellas

desasirse es volver a originarse
en la intemperie aquella del júbilo extraño:
sin acumular, acrecentar o llenar
como se hace en un trayecto éntico hacia una meta.

así, siempre lleno en lo vacío,
ausencia el conjuro
de lo maquinal humano y el cálculo,
pues aquí, todo se renuncia
para anidar la máxima donación
de una noche oscura.

Un sitio para inaugurar el otro oír

el primer oír es con el cuerpo todo
que escucha y retiene el eco
y el asombro
sobre el caminar calendárico de la luz,
en el oído de lo que muere y nace
con las estaciones zodiacales del tiempo.

o, sobre aquello que se descubre
en la desocultación de un pensar
como presencia de un comprender que ilumina
y habita al hombre.

pero, ¿habrá acaso un segundo oír
que inaugure un sitio donde cobijar
el horizonte de otras lejanías?.
eso que ya nopronuncia el sol zodiacal
sino la luna calendaria de los ocultos misterios,
sobre lo invisible, sin forma, intangible e inasible
que grana y madura lo secreto del mundo.

o lo que arroba –ya no de un pensar-
sino de un meditar sobre el diáfano
de un interrogante
en cuya respuesta se escucha
el oculto aclarar del ser,
y su serenidad expande la medida de
tiempo y espacio
en una novedad y extrañeza,
que la hondura del hombre
alza y oculta simultáneamente como una cicatriz,
pues la mundanidad se ha empequeñecido
en su laberinto de furia y olvido
y ya ni siquiera recuerda su primer y lejano oír.

La apertura del silencio

las voces inviernan
sobre el camino
sin otra intención y destino
que alcanzar lo inicial y su origen.

en la concavidad donde se pronuncia su silencio
el ahora es apartado
y corridohacia atrás de un aquí,
hacia lejanías de un comienzo inicial del tiempo.

el abrir de ese comienzo
inaugura a lo único que siendo repetible
nunca sucede igual,
sino que, desalojada las manos
de lo cerrado de la sustancia,
se recupera lo anticipador del inicio.

volver a iniciar el tiempo
es dar por concluida la seducción
en el centro abierto del ente,
y en una meditación mayor
ser alojado al fin
en la morada del abismo.

El salto sapiencial

retener en si lo extraño;
ese exceso en el darse de un claro de luna
que peralta el arco de la noche
por encima de todo aquí conmensurable.

hasta abrigar la renuncia,
ese salto a otro lugar
donde se sufre y se obtiene
todo lo que sobrepasa a la arquitectura de un decir,
y que la noche misma desnuda
en su arco de luna claro.

la intemperie como residencia
nombra la pertenencia
al susurrante exceder,
de aquello que eleva la noche
a su más sereno sacrificio.

El diosar de las aguas

un rio viaja por dentro
camina torrentoso y anda,
se transparenta en sus saltos y arde
cuando en su precipitar caída
se dirige oculto a un diosar.

como un cause
de venas montañosas
que abraza los vagos
andares del agua
o, escucha en sí, los espacios secretos
en la criptografía del aire.

letras de viento
tetragramas de silencio,
nada queda ya del antiguo sí
y entonces, solo entonces,
asoma un abecedario en llamas
en lo alto.

El oído del rehusar

una aldea
como suspendida
del cuello boscoso de un cerro,
alto y delgado
como un bostezo de marfil.

en esas alturas de simpleza
la vida retirada de los rehusantes
se esfuerza en lo único importante:
conservar, retener y no olvidar
la pregunta fundamental,
y sostener así, en lo más cuestionable del pensamiento,
la pureza del ser.

ah, esos, los venideros,
los que con el más íntimo oír
recogen con eufonía el sonido de lo por
mucho tiempo guardado,
y que habrá de sentirse, alguna vez,
en el evenirde lo originario.

La más preciosa indigencia

el ayuno de los árboles
es el lenguaje sideral
que murmura la tierra
en los runas de su esencia.

su verbo es una sapiencia
antigua
inhóspita al encantamiento del progreso
pues,mientras el ayuno crea
la técnica disimula el abandono del ser
y su desierto.

este ayuno de los bosques
fundaasi un salto
e ilumina en su claro, la no acumulación,
una lógica estelar
que ya el humano
en su feliz vicio de ganar
ignora y desprecia.

sutil, lento e invisible
-todos los lugares lejanos al cálculo-
son los gestos
queartesanan la belleza,
con que este ayuno labra
el ahí para la tierra.

La decisión

se buscan, se aprietan, se empujan,
se despliegan
y se esconden
los amantes armados de esa esencia
a las que nombramos como lo maquinante y el bienestar.

¿cómo es que su mutuo deseo e íntima complacencia
fuera retenido en lo inadvertido
como opuestos y extremos desconocidos?.

¿para completar acaso la parte que a cada uno le cave
en el eterno conflicto de tierra y mundo
y que sólo perpetúa su marcha hacia el final
en lo negado de ése deseo tan íntimo?.

mas,éste íntimo, sólo se aprecia
al saber lo misterioso,
cuando el sujeto queda desplazado
en la clausura de su pensar cuantitativo
y halla entonces la posibilidad de un giro:
a lo inagotable inagotado
de una simpleza esencial.
Poema estepario

custodio de un olvido
que como herida
siembra sobre su grita
el más lejano despertar
de una semilla.

Agua escondida

vértice del agua
que eleva su luz
en la fuerza tenebrosa de la niebla,
yenriedaenun giro su tallo
sobre el axis de sílice estatura.

su oculto guarda lo cristalino.
vida
morando en el desierto
que de súbito crece
en el tránsito a lo nómade.

el agua
es lo alto y a la vez su profundo,
lejanía que se acerca
en un éxtasis de proximidad,
plenitud y dominio
sin posesión.

Meditación de un estar

laahisidad
curva la proporción
al tránsito
de un ahí
en cuyo abrigo
se funda lo angular
de una singularidad perdida.

El abrazo a los cabellos de la luna vieja

noche de luna vieja,
la que orilla lo previo
anticipándose al crepúsculo,
la que desnuda la oscuridad del círculo
en lo más claro de su eclíptico andar.

su diáfana oscuridad
despierta la sustancia dormida
en el ritual nocturno de las hierbas…
de rizomas, tubérculos y raíces.

el despertar de la sustancia
pone en silencio la mundanidad de un mundo
para que luego, y tan solo así,
una lejanía penetre la cercanía del hombre
y le habite como un extraño crecer
por dentro
de raíces, tubérculos y rizomas.

así, alguna vez
lo humano fue preñado
de luna y lejanía
para que lo enajenado retorne
en sereno ensamble,
a la chacana morena
de las encrucijadas.

La piedra templar

curvar la proporción
es inaugurar lo originario del espacio – tiempo,
en cuyo plexo
retrocede y aquieta todo lo ente.

en su inicial acontecer
-y lejos de lo subjetivo-
no hay habilidad ni destreza humana
que la habilite,
sinó la prolongada ocultación
de su resplandor
la que descubre.

entonces, se habrá tenido
la cualidad de haber sabido sufrir lo suficiente
para celebrar
las bodas secretas
como liberación
de la condición perdida del hombre.

La hendidura de la palabra

nombrar lo imposible
es el arte angular
de la palabra poética.

su decir proviene de otras decisiones,
del horizonte aquél dónde descalza su huella
la representación y el pensamiento,
y al abrigo de un silencio
crece en lo inicial otro nombrar.

el pensar se vuelve así la pronunciada meditación
que en el desierto de su singular intemperie,
hinca un ahí
como territorio al ser de un decir.

Enantiodromía

el es de un ahí
se brinda como obsequio
en la oscilación y el giro…
de lo natural al diosar
y del diosar a lo natural
hasta contemplar su éxtasis.

Dis – sidereus o el afuerarse de las estrellas

lo celestial del cielo
es su abismo estelar,
lo insondable y casi intangible
de una noche,
la levedad del aire que viaja en los desiertos
y es murmullo de algo anterior como la tierra,
o el pronunciado oído que acoge
en su oxidiana latitud
cada susurro y hálito de lo viviente.

pero, algo siempre sobra
en la abundancia de un caber,
y es aquél desiderium del hombre, su deseo,
que inclinando su voluntad
a la posesión de las cosas,
se exilia de la pertenencia a las estrellas
y se afuera de lo sideral,
expropiado así de la armonía, el ritmo y el número.

el deseo sólo es un desacielarse,
el encogimiento del sujeto en torno a un carecer
que buscando posesión y no indigencia,
se cierra al caber de una esencia,
la cual, se retira como noche a su misterio o,
al susurro lejano de ocultas palabras.

Seráfico

el viento austro
sigue los caminos de la luna
y clava el diáfano de su luz
con el desnudo pudor
de una ninfa.

El callado decir del hielo

el hielo nocturno
asienta su huella
cerrando los párpados
a todo lo hacible,
solo queda
el inconcebible callar de la esencia
y su sereno más pronunciado :
eltransdiosar del hombre
cuando lo subjetivo se aleja.

Lo anterior a Tubal – Caín

lo anonadador del ser
es que su cercanía habita
la intimidad de un silencio,
preparación
al eco de un abierto,
que descorre el velo
incógnito de todas las lenguas :
las de la tierra y las del cielo.

éxtasis extraño
cuyo mistagogo es lo noedor
de una cercanía
que habita así, la más lejana de las lejanías,
hermanosidad
de una pertenencia
que es pura y única indigencia.

El suceso

lo sereno
de lo inicial
se sustrae
a la retención
de lo presente y estable
despojando así a lo éntico
de su naturaleza y razón.

La flor de las asteráceas llamada capítulo

hay una flor que porta en su coronario
el nombre originario y medieval
cuyo temple pende como el cordón de Argos
– exhausto y frágil como sideral-
al encuentro
del capítulo floral
de esa laudable familia vegetal
cuyos vínculos no se cierran en la tierra.

capítulo
es el nombre para citar una reunión celestial
concertada entre los discípulos y su maestro,
no en el ámbito de lo habitual y cotidiano
sino en lo excepcional de abrir el qué
de una enseñanza cifrada.

las flores de esa familia
traen la raíz de ése encuentro único,
la reunión mágica en el recinto secreto
dónde una verdad guardada se expande
tan solo como aproximación a los abiertos.
desde entonces, las asteráceas
cargan ese allí singular
y cruzan
en su nombrar
la cifra de los tiempos.

Del libro de los veinticuatro filósofos

detrás del paisaje técnico
irrumpe la flor del jazmín y,
aunque solo sea un jazmín
no se manosea
ni se alambra,
tampoco se fumiga.

acaso la idea como representación
y la palabra en lo más habitual y general,
habiten una sensación de pétalos
y cumplan así, de ésa fatídica manera,
la tarea encomendada de alambrar,
manosear y fumigar.

¿será acaso que oscureciendo el ser como entidad
el jazmín pueda descubrir su encubierto habitar los lindes,
su inclusión como no solo ella y pétalos
exhibiendo esencia y elixir?

la flor se descifra allí,
lo interior en algo mayor
y desprovisto de forma :
el círculo descalzo de circunferencia
cuyo plexo es el centro en todo.

y he aquí lo más importante
no realizado por el común deseo de vivir
y el espanto en la negación de uno mismo :
que el claro descubre ocultando
la plenitud esenciante del ser.

El camello al otro lado de la aguja

lo simple es secreto,
aletheia en su brillo no lo muestra
y lo manifiesto lo desconoce :
la educación, la familia, la ciencia,
la idea, las armas, la palabra,
el templo,el placer y la depredación ;
tan sólo ella desnuda de manifestación
inclina su visión ante la fuente.

ah!! Cuan secreto y recóndito es lo simple
en su tenebrosa sabiduría,
que ni el entendimiento ni la voluntad
comprenden ni pueden,
porque sopla
donde la forma y el cálculo no alcanzan,
así de secreto es su obsequio
y delgada, escarpada e inhóspita
su naturaleza.

Los ayes por el hombre

ante la desolación
de hierro, industrias y muros de cemento,
hinco mis rodillas
abrazado de lágrimas.

no son sus principios, sino su máquina
la que vulnera toda huella de belleza :
el paso
de la simplicidad del ser
por el ahí del hombre.

El paso” y un despliegue de su claro

lo maquinante se expresa cada vez en lo humano
como un pensar en las formas del representar,
como lo voluntarioso envuelto en sus cuatro pasiones,
y al individuo, cuando éste se alinea biográficamente
sobre una sucesión de tiempo.

así, el corazón de la máquina
pulsa como sujeto de la entidad
en la propia naturaleza metafísica del yo :
su ser mismo.

desnudar de contenido
la entidad
es llamado el paso,
para dar así inicio a una búsqueda mayor.

arrojado entonces hacia el salto
y en noche oscura
la voluntad de poder,
el conocimiento representativo
y el tiempo sin origen
sufren su refinamiento más agudo
hasta su extinción ;
la máquina entonces se apaga
y algo arrobante y extático se libera :
la voluntad de poder es ahora pura indigencia de la persona,
el pensar sin forma es atención serena a lo simplicísimo
y el tiempo, no se sitúa ya en una línea segmentada
sino en el origen mismo .

desnudar de contenido la entidad
es el paso a lo más extraño :
la frontera entre el sujeto y el diosar de los dioses,
la más pura y hermosa libertad
en la verdad de la custodia del ser.

El fundamento

como cimiento y luz
del ahí
el origen abre sus ojos como un pez,
pues no hay agua en el tiempo
sino en la renuncia y abandono
de la representación.

La lógica invertida de los abismos

compasión y caridad
hacen vacío en la voluntad
como el arrojador arrojado
despliega
el pleno desprendimiento del ser como entidad.

así alcanza el necesario olvido
en las formas vigentes del pensar
y se dispone a mermar
en el álgebra
de los abismos profundos.

Meditar

desde la palabra
inaugurada como escucha
en semilla
crece un silencio
hacia el inicio
que es la tierra :
el ahí de la siembra
que se había perdido ;
perodesocultado al fin y singular,
ya no hay sujeto ni entidad
sino la abismosidad de lo fundado.

Mas del álgebra y el abismundo

la luna recuesta su brillo
sobre el vago arco de su camino nupcial,
y acaricia extendida sobre la morena estepa
el corazón de escorpio en Antares.

¿acaso brinda ello
el indicio cosmogónico de un lugar
en el derrotero del tiempo?
¿es ella la cifra entonces
que reluce de antiguos topónimos celestes
y de cuya huella, teje y desteje
la representación su idea,
a la que llamamos con escasez, certeza o verdad?.

¿o acaso se trata de que,
arrimados al umbral
de la abismosa noche,
se abre obturando
el ahí de un territorio
que, como refucilo destella su claro
en universo y misterio?.

porque, aunque se tenga ojos para ver
no merma el hombre
hacia el abismundo para mirarlo.

La remoción

el cálculo, como reducción
de lo humano
halla su residencia
en el dominio de la corrección,
y así
entierra una soledad que lo despliegue
hacia lo inicial de un origen
y el arrojo
a la morada del fundamento.

pero, esa remoción
-del cálculo al vislumbre-
abre la necesidad de lo más inaparente
y, en su noche,
desnuda la verdad su velo
de representación y palabra :
el enfrente a los objetos
y su desierto.

oh!!! noche, pura, clandestina y única
que abrigas en tu oscuro
lo oculto de lo abierto…

Desapropiación o evento

amparo de la verdad
que nunca se presencia en la retención
como objeto
sino como guarda del ocultar,
impugnando así
la mecánica sujeción a lo abierto
y con ello
el exilio en los modos de la presencia
y los propios del arrobo,
quetranscruzan
todo el esenciarse de la verdad
en la impropiedad de un sujeto.

La medida de un decir

la longitud de una palabra
transcurre sobre la perspectiva de idea
y objeto
una medida corta en el cálculo del enunciar,
aunque más atrás y más arriba
en su silencio
sea el espacio lo que se mueva.

el espacio se abisma
en lo silente :
el fundante aniquilamiento de medida
que inaugura la reunión
de acercamiento y lejanía,
cáliz, bóveda o círculo mágico,
el lugar dónde el hombre es dicho
de regreso a lo inicial
de un ahí.

El abismo del ahí

bajo la fronda oscura
de un interrogante antiguo
abre el ahí su abismo
como aquel
que habiendo partido lejos
retorna a reunirse
junto al abrigo
de lo que nunca ha vuelto.

Un olvido a fuego

el lenguaje
nombra la más íntima hendidura
como pertenencia a un quiebre,
a ese fuego
que abriga en las noches
pero que, a veces
incendia la estancia con su ascua,
dejando todo en la intemperie
de un eco final,
y en ello,
nuevas palabras se escuchan
como hijas de la llama,
sin que acaso acentúen su huella
en la memoria,
mas entonces, no habrá jamás novedad ni clamor
sin ese instante de olvido y fuego.

FIN

Cerro de Oro, Pcia de San Luis.

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